César Hildebrandt Blog

agosto 2, 2007

Varios comercios juntos

Filed under: Artículos — cesarhildebrandt @ 9:21 pm

(La Primera) Varios comercios juntos
El Comercio no puso un centavo a la hora de comprar un tercio de su propiedad –puso a Canal N como aporte, o sea un montón de deudas, una montaña de aburrimiento y la pinta de mi pata Jaime De Althaus–  y ahora, pagando 74 millones doscientos noventa mil dólares que se prestará de la banca amiga aceitada por el lobby del gobierno, se hará con el ciento por ciento de América Televisión, uno de los dos canales rentables de la televisión peruana (el otro, como se sabe, es el 9; la rentabilidad del 2 depende de si le paga a la Sunat lo que debe en impuestos: el gobierno parece estar presionando para que el Poder Judicial sentencie que Ivcher le pague a la Sunat una cifra simbólica y no los 54 millones de soles que debe).

Si la operación anterior de compra de América TV fue patrocinada por Alejandro Toledo, la de ayer ha sido bendecida por don Luis Carranza y don Alan García. Sin su discreto asentimiento, la familia Miró Quesada no se habría animado a empezar el carrusel financiero que le permitirá pagarle 40 millones de dólares a los colombianos –la cifra la anticipamos en esta modesta columna hace varios días– y 34 millones doscientos noventa mil dólares a Chicho Mohme, que se hizo del tercer tercio de Canal 4 poniendo su cara de palo y un portafolio que le regaló Eugenio Bertini por sugerencia del presidencialmente impresentable Alejandro Toledo.

¡El negocio del siglo! No pones un sol –pero ni un sol– y después te pagan 34 millones doscientos noventa mil dólares. Es decir que Garrido-Lecca es chancay de 20, Carlitos Slim moco de pavo, Bill Gates un huevonauta, George Soros caído del palto. Porque ellos pusieron algo para empezar: su labia, sus primeras ganancias, su talento, su temeridad en la bolsa, respectivamente.

Chicho, en cambio, fue virgen impoluta en ese comercio del año 2003. Ni un centavo sonante manchó sus manos, esas manos que sólo cargaban el portafolio con las deudas que el Canal 4 le tenía al banco Wiese y que el banco Wiese le había dado a Chicho sin pedirle nada a cambio, oh Dios milagroso.

Es cierto que Chicho había armado ese muñeco de transacciones invisibles y cortesías varias veces millonarias, ese canje de nadas en el que sólo los colombianos zoncitos llegaron a poner los 11 millones de dólares que valía Canal 4 en ese entonces. (Y todo para ser maltratados, negados en las reuniones y denunciados en falso por los despistados mafiosos de la Unidad de Investigación de El Comercio).

Pero que Chicho haya armado el cambalache aprovechando el amiguismo tolediano y los terrores de las hermanas Crousillat, no le quita el carácter casi vaticano a su flamante conversión en multimillonario en dólares. Caracho, Chicho: tu padre te habría mirado con orgullo. Si quieres lo pongo en tono de pregunta: ¿tu padre te habría mirado con orgullo? Elige la fórmula que quieras, pero desde la pobreza recién adquirida de este escribidor va una felicitación sin envidia para el nuevo rico de la familia Mohme y un deseo de que el chorreo de la fortuna salpique en algo los sueldos chinos que te han permitido ser tan exitoso. Chicho: ¡el verdadero descubridor de América eres tú!

En cuanto a El Comercio, qué decir: cuatro diarios, dos canales –sólo América TV vale 110 millones de dólares–, una revista, tres proyectos, 70 por ciento de la publicidad del mercado: nuestros Murdoch, nuestros Edwards, nuestros Berlusconi. Que con su pan se lo coman. El periodismo verdadero tendrá que buscar otros caminos.

Posdata: El huachafo de Julio Ortega defiende ayer la práctica del plagio y lo hace para atacar, taimadamente, a quienes denunciaron a Bryce y sus rentables copiandangas. Qué feo escribe Ortega: parece el musgo que le sale a los libros olvidados. Y, claro, este grafómano está a salvo de Bryce. Se trata, entonces, de la complicidad de un implagiable.

3 comentarios »

  1. Cuadrilátero Político – Más noticias “off the record”

    En la Oiga de Paco existía una parte de la revista que nunca se dejaba de leer. Era la sección de las noticias “off the record”, las noticias sin confirmar que la chismografía política limeña convertía en el mentidero público del momento para el hombre de a pie en plazas y cafés; escrito de forma sobria pero elegante, no exento de esa gracia y cundería tan típica en el periodismo peruano, esta buscada sección, llamada “Cuadrilátero Político” marcaba el sí o el no de los políticos y empresarios en el Perú. Se trataba de un espacio en el que se exhibía la vanidad pública de los egos encumbrados de entonces: aquí se reunía el top ten perulero y los aspirantes a formar parte de este exclusivo grupo.

    En memoria de aquella recordada y comentada sección, hemos bautizado este séptimo capítulo donde el lector podrá compartir un sabroso diálogo protagonizado durante una amena tertulia de amigos en la casa de Paco Igartua, allá por el año 2003, donde se tocaron diversos puntos relacionados con Oiga, la mafia fujimontesinista y el devenir de la prensa peruana durante los últimos años.

    Un día, Paco nos habló sobre la extraña llamada telefónica de un amigo empresario español, donde le habían propuesto ser director del diario de La Prensa. Me llamó un amigo español y me dijo que necesitaba un director para el diario, yo les agradecí la llamada, pero les dije que siempre había sido revistero, pero insistió cortésmente, al final le dije que muchísimas gracias, pero que no.

    El doctor Moncloa había pensado, como muchas personas, que la marca de La Prensa estaba aún en poder de los herederos de don Pedro Beltrán Espantoso, y recordó cómo le había hecho mucha gracia leer el libro de Jaime Bayly: “Los Últimos días de La Prensa”. Para el doctor Moncloa, el Perú tenía tres celebres costumbristas: Ricardo Palma Soriano, Luís Felipe Angell de Lama “Sofocleto”, y el tercero era el periodista y escritor Jaime Bayly Letts. Luego continúo: En realidad, con todas las cosas que sucedieron dentro de ese diario, cualquier cosa podía pasar.

    El doctor Buzaglo nos recordó que mi grupo de trabajo había realizado un trabajo de investigación sobre los orígenes del diario La Prensa, ya que Calmell del Solar, a través de su gerente general Juan Galarza Arana, había querido inscribir la marca La Prensa en el registro de Marcas y Signos Distintivos del Indecopi, por lo tanto me hizo la siguiente pregunta: Jhon ¿usted algo?, ¿Calmell no estaba detrás de este asunto?.

    Los presentes me miraron atentamente mientras esperaban mi respuesta. “Sé que la historia de la marca está llena de sinsabores. Luego del cierre del diario, la marca y el logo de La Prensa pasó a manos de la Comisión Liquidadora de la empresa que editaba el diario, y luego, según una noticia “off the record”, la pusieron a favor de Alan García Pérez, que la puso a nombre de su amigo José Mainza Segovia. Este José Mainza terminó posteriormente en la canasta –en prisión– por ser el responsable de una gran estafa tipo CLAE que hizo remecer a media Lima. Luego, José Mainza se desentendió de su ex amigo caído en desgracia (Alan García, quien al final de su primer gobierno tuvo que vérselas con el vendaval de acusaciones constitucionales) y vendió la marca a favor de la señora Berta del Carmen Lujan de Tuesta, su ex – cuñada (familiar politico) que luego se la transfirió a Gustavo Mohme Seminario…”

    El doctor Moncloa exclamó: ¡qué triste colofón para la larga historia de este gran diario, de ser un medio civilista manejado por Pedro Beltrán, cayó luego en manos de sus peores enemigos políticos; si viviese don Pedrito Beltrán se moriría nuevamente de ira!

    Paco trajo a colación un caso similar que había ocurrido con el semanario político Jornada: El mismo triste final lo tuvo el semanario político Jornada, que apoyó al Frente Democrático –que en 1945 apoyó la candidatura del Doctor José Luís Bustamante y Rivero– y posteriormente a la Liga Democrática que en 1950 apoyó la candidatura del ex–General Ernesto Montagne, y que al final se convirtió en un medio de apoyo a Odria. Sus palabras me hicieron recordar las siguientes líneas de su libro autobiográfico “Siempre un extraño”: Nadie sospechó –era imposible pensarlo siquiera– que a esa misma hora, periodistas connotados como Alfonso Tealdo, Ricardo Alcalde y alguien más que se escondió en las sombras, estuvieran editando una Jornada apócrifa, de apoyo a Odria. Jornada de la desvergüenza que fue la que apareció al día siguiente, cuando estaban en prisión –menos Francisco y Hoyos– los periodistas que ese atardecer preparaban la última edición de Jornada, esa edición que nunca nadie leería jamás. Francisco tuvo la satisfacción de ver, a la mañana siguiente desde lo alto, desde la oficina de Porras donde estaba escondido, la calle alfombrada de blanco, como si hubiera nevado. Eran los pedazos de Jornada apócrifa que el público rompía y arrojaba al suelo después de comprar el diario y descubrir el grotesco y cobarde engaño de la dictadura. Porras le llevo, como si fuera un trofeo, uno de esos ejemplares, destrozados por la rabia ciudadana. Odría no era una novedad en el Perú. Cuando, en octubre del 48, se produjo el cuartelazo que lo llevó al Palacio de Pizarro, sede del gobierno, un poeta, notable no sólo por su talento literario sino por su agudeza mental y profundo conocimiento de la sicología de su ciudad, Martín Adán, comentó sarcástico, con limeñísima sorna: “Hemos vuelto a la normalidad”. La novedad había sido, más bien, el defenestrado Bustamante y Rivero y su afán de establecer en el país hábitos democráticos y respeto al imperio de la ley, como suprema y obligatoria norma de conducta para todos los peruanos desde los de inga y mandinga hasta los blanquiñosos, “la gente decente”, como se decía en muchas casas limeñas. Lo normal en el Perú era otra cosa. Algo así como una dictadura permanente de varios estilos, con breves intervalos de descanso, como en el teatro. Uno de esos descansos había sido los tres años de gobierno de Bustamante (1945-1948) (52)

    El doctor Buzaglo me preguntó si Gustavo Mohme Seminario era el actual dueño, ya que entendía que el verdadero propietario era Carlos Boloña Behr. No sé en donde he leído que Carlos Boloña es el actual dueño… ¿estoy en lo cierto? todos esperaron mi respuesta: “Doctor –le dije—, de acuerdo a los registros del Indecopi, luego de la compra de la marca por Gustavo Adolfo Mohme Seminario, éste transfirió el 50 por ciento del derecho de la marca de La Prensa a favor de Carlos Boloña Behr”.

    ¿Carlos Boloña Behr?, preguntó el doctor Moncloa, ¿ó sea son socios? –Luego continuó–, ¿se acuerda Jhon que siempre le he aconsejado a que evite formar sociedades, que siempre es mejor ser propietario único de tu propio proyecto. ¿Qué pasó después Jhon?

    “Doctor Moncloa, de acuerdo a una noticia “off the record”, Boloña quiso comprar toda la marca con el archivo fotográfico, pero Gustavo Mohme Seminario le dijo que la cifra ofrecida era completamente ridícula y que si quería la marca éste debía pagar una extraordinaria suma de dinero; Carlos Boloña Behr insistió –seguro pensando en que el fantasma de don Pedro Beltrán Espantoso debía de estar vagando por el antiguo local del jirón José Baquijano y Carrillo Nº 745 –hoy Jirón de la Unión–, esperando que le devuelvan su diario—, y le hizo una nueva contra propuesta. Esta vez Mohme Seminario la acepto pero solo le vendió el 50 por ciento. Boloña Behr aceptó este cambio de venta en último momento y así terminaron siendo socios y copropietarios de la marca La Prensa.”

    Todos sonrieron –indudablemente pensando en el rostro de sorpresa de Boloña Behr cuando recibió la propuesta de Mohme Seminario—, “luego sucedió lo siguiente: el nuevo socio empezó a contratar periodistas y asesores para relanzar el periódico. Indudablemente el relanzamiento del diario le iba a demandar un gran periodo de trabajo. El minero Andrés Marsano Porras, propietario del desaparecido diario “El Sol”, había gastado cinco millones de dólares en su pre-lanzamiento –la preparación del proyecto duro seis meses en los cuales no se dejo de pagar puntualmente a toda la planilla administrativa y plana periodística del naciente diario—.”

    El doctor Buzaglo me interrumpió: ya me acordé en donde me enteré que Boloña era el nuevo propietario, fue en casa de mi primo Fernando Belaunde, donde él me dijo que lo había llamado personalmente para que escribiese en una sección de La Prensa, pero él se había excusado cortésmente. ¿Se imaginan a Fernando Belaunde escribiendo en el diario de Baquijano y Carrillo?, luego trataron de hacerlo con su hermano Paco Belaunde y finalmente con mi primo hermano Guillermo Rey Terry pero siempre recibió la misma cortes respuesta… muchísima gracias por su invitación, pero ¡no, gracias!

    Todos sonrieron, indudablemente el estigma de haber sido Primer Ministro de Fujimori le significaba el ostracismo dentro del circulo intelectual de Lima. Este posiblemente lo seguiría hasta el fin de sus últimos días.

    El doctor Moncloa me volvió a preguntar: ¿y qué paso?, ¿Por qué no sacaron el diario?, ¿se pelearon? “Indudablemente algo había pasado –ya que el diario jamás volvió a ver la luz–, pero lo que pasó fue de Ripley. Una vez que ya estaba todo preparado para la salida del diario, Boloña Behr se presentó en las oficinas del diario La República para solicitarle a Mohme Seminario la autorización para empezar la campaña publicitaria previa al inicio del lanzamiento del diario. La respuesta de Mohme Seminario fue la siguiente: Carlos, ¿quién te ha dicho que yo estoy interesado en relanzar La Prensa? –indudablemente los asuntos sucesorios de la familia Mohme ya no eran un problema para Gustavo Mohme Seminario–, respuesta que se mantuvo como un “no” hasta el día que ambos perdieron el derecho de uso de la marca.”

    Paco me miró extrañado, ¿cómo que perdieron la marca?, ¿qué paso?, ¿la vendieron?, indudablemente Mohme y Boloña jamás se iban a entender.

    “Don Paco –le respondí—, la marca de La Prensa fue cancelada por la Oficina de Registro de Signos de Marcas del Indecopi por falta de uso, ya que un tercero lo había solicitado así. Luego este ejerció su derecho de preferencia y registró la marca a su nombre.” ¿Cómo se llama el nuevo o nuevos propietarios de la marca La Prensa?, me pregunto Paco, mientras nos preparábamos a tomar un café servido por una de sus empleadas y el jardinero se aprestaba a prender la chimenea.

    “El nuevo dueño es un abogado –contesté– que se llama Jorge Enrique León Porta de Rivera”. Hubo una brevísima pausa, luego continué: “Calmell del Solar trató de apoderarse de la marca en una forma muy extraña… Pese a que La Prensa ya tenía un nuevo dueño, el abogado Juan Galarza Arana en representación de la empresa Publicidad Nacional S.A, solicitó que la Oficina de Signos Distintivos del Indecopi registrase la marca La Prensa como nueva. Pero esta vez la Oficina de signos Distintivos del Indecopi resolvió rechazar la solicitud de registro, ya que la marca estaba registrada a nombre de otra persona”.

    Mientras todos bebíamos nuestro café, recordé como el doctor Moncloa se había mantenido firme en sus nobles ideales durante toda su vida, mientras otras personas de su entorno se aliaban al japonés. Al doctor no le agradaba recomendar a nadie –siempre me dijo que durante el gobierno del doctor José Luís Bustamante Rivero, los apristas se habían aprovechado de las recomendaciones y “tarjetazos” para llenar los ministerios con personas de su partido—. Además sólo una vez durante el gobierno de Bustamante había trabajado para el Estado, posteriormente toda su carrera profesional había sido en el sector privado; cuando le pregunté el por qué de esa decisión, me respondió lo siguiente: Durante los meses que estuve en el sector público –Cancillería– vi como poco a poco los apristas iban copando el ministerio. Y no sólo eso, vi también cómo destruían la carrera de tantos valiosos profesionales de carrera que fueron despedidos por los amigos de lo ajeno. Tenía una gran amistad con Paco desde hacia mucho tiempo; su tío Francisco Moncloa Ordóñez, uno de los mejores amigos de Paco, había pertenecido al grupo denominado “Los Pacos” –que estuvo integrado por Paco Igartua, Paco Belaunde, Paco Miro Quesada, Paco Bendezu y Paco Moncloa–.

    Luego continuamos con la conversación, mientras ardía la leña de la chimenea, y la noche llegaba junto con la oscuridad. “Don Paco, otra noticia “off the record” es que Gustavo Mohme Seminario utilizó a Nicanor González Urrutia para que le hiciera el contacto con los mandamases del Grupo Televisa de México. González Urrutia como todos sabemos era un hombre clave para el entorno del Grupo Televisa. Para ser presentado, Mohme Seminario le ofreció una sociedad a González Urrutia. Pero ya en el edificio del Grupo de Televisa –en México– antes de entrar a la reunión con los mandamases de Televisa, Gustavo Mohme Seminario le indicó a Nicanor González que le espere en la sala de espera, ya que tenía que decirle algo en privado a los altos funcionarios de Televisa –pasaron las horas y no lo hicieron entrar a la reunión. Una vez celebrada esta, un sorprendido González Urrutia fue informado por el mismo Gustavo Mohme Seminario que estaba fuera del negocio– la frase fue así: ¿y a ti quién te ha dicho Nico que nosotros vamos a ser socios?”

    Se escucharon carcajadas y risas, luego continué… “Gustavo Mohme Seminario también cometió algunos errores” –el doctor Buzaglo me hizo recordar que yo le había comentado a Paco y a él sobre la historia del apoyo publicitario de La República a favor de la revista Oiga en la época de Eduardo Calmell del Solar. “…Todo había ocurrido de la siguiente manera: un día se hizo presente en el local del diario La República Oscar Dufour Cataneo, a fin de tener una reunión con Gustavo Mohme Llona –director en aquel entonces de este diario– donde le informó que estaba por sacar nuevamente a la luz a la revista Oiga que había sido adquirida por su fallecido padre. Utilizando la relación de amistad de su fallecido padre –Oscar Dufour Martínez– con Gustavo Mohme Llona, logró con esta jugada que lo pasaran –recomendando– a Gustavo Mohme Seminario –el cual supervisaba personalmente todos los canjes publicitarios—, quién finalmente dió su ultimo visto bueno –pese a la protesta de un amigo del Comité de La República que le hizo notar a Mohme Seminario que Oscar Dufour Jr. estaba muy relacionado con Eduardo Calmell del Solar Díaz, el tristemente célebre Chapulín–, pero su voz se había alzado sentenciando lo siguiente: es mi decisión y punto.”

    Paco me interrumpió para aclarar el tema: Indudablemente cuando me enteré que La República anunciaba el regreso de Oiga me quedé helado. Durante años, el diario La República se había opuesto a que los trabajadores de ItalPerú devuelvan el local de la imprenta expropiada a Oiga. Cada vez que Oiga a través de sus abogados conseguía una resolución a su favor, La República sacaba una Editorial en contra nuestra. Inclusive nos decían que si se devolvía la imprenta a sus anteriores dueños –ósea a nosotros–, iban a correr baños de sangre como en Cromotex –Paco en su libro “Huellas de un Destierro” habla de este acoso contra la devolución del local de ItalPerú de la siguiente manera: “Años más tarde –porque éste es proceso judicial que va durando décadas– cada vez que se vislumbraba un fallo, los jueces eran asustados con un editorial de La República, a toda pagina – editorial, o sea la voz oficial del periódico– amenazando con que ItalPerú se convertiría en un nuevo Cromotex si los tribunales intentaban desalojar a los trabajadores… (53)

    Pero la enemistad entre Mohme Seminario y Calmell del Solar Díaz se agrandó a raíz de una burla innecesaria de este último contra el padre del primero. Fue cuando apareció el primer número de la Oiga apócrifa (5 de mayo del 2000), con Calmell como propietario y Uri Ben Schmuel como director. En aquella edición se publicó una nota periodística titulada “El dinosaurio y la lagartija” (54), que decía lo siguiente: Dios ciega a quienes quiere perder. Se ponen en evidencia ante los peruanos en todos los puestos de periódicos a 24 días de las elecciones. Un diario atribuye la preferencia del público al candidato Alejandro Toledo (45% contra 42% para su rival Alberto Fujimori); otro el mismo día casi exactamente las mismas cifras pero con tendencia contraria 45% para Fujimori y 43% para Toledo. Los periódicos aludidos, Liberación y El Comercio, –aunque compararlos es tan temerario como comparar a un dinosaurio con un camaleón– ambos son de reconocida tendencia no propiamente toledista sino antifujimorista. La República, el único diario del mundo que tiene a un difunto en la dirección, va más lejos: 51.4% para Toledo y 48.6% para Fujimori (55). Cualquiera de los aspirantes que hubiera pasado a segunda vuelta con Fujimori habría sido apoyado por esos diarios. Es que en el Perú se ha perdido la ecuanimidad: con el Chino o contra el Chino. Esos diarios publican la información sin decir que ninguna encuesta refleja con exactitud el nivel de opinión o la tendencia, y que todas tienen márgenes de errores de hasta 5 % para arriba o para abajo no es propio de medios imparciales. Es que vive el Perú como a fines del Siglo XIX en épocas de revueltas civiles y matanzas entre caceristas y pierolistas, y el primero los chilenos que Piérola, que se repite ahora con un primero cualquiera que Fujimori. (J.C.)

    Terminamos la reunión recordando una frase célebre: Nadie sabe para quién trabaja. JHON BAZAN, Oiga!, Don Paco!, Cuadrilátero Político.

    Comentarios por Jhon Bazan Aguilar — agosto 15, 2008 @ 1:05 am | Responder

  2. ¿Por qué no comenta más sobre el tal José Mainza un periodista tan acucioso y enterado como tú, César Hildebrandt, además de la ya famosa venta del logotipo de La Prensa? Este Mainza, abogado sin brillantez y sin fortuna personal o familiar, que era de los del círculo de ayayeros de Alan García en los días de la primera candidatura de éste a la presidencia de la República, cuando su amigo se volvió Presidente, él se volvió Gerente General de la Mutual Perú. Si alguna habilidad hay que reconocerle, es el amoral pragmatismo con el que se dio cuenta rapidísimamente que la ocasión suele presentarse una sola vez y que, aunque la pinten calva, hay que cogerla de los pelos. Por lo tanto, en variadas formas, exprimió a la Mutual Perú como un limón de emolientero, a través de los otorgamientos de préstamos y, sobre todo, cuando esa institución realizó proyectos de viviendas para los mutualistas, especialmente la trístemente famosa Urbanización Antonia Moreno de Cáceres, de Ventanilla. Tú, César, que eres proverbialmente memorioso, debes recordar cómo esas viviendas se hundían en el arenal de Ventanilla debido a sus malas cimentaciones y sus paredes se fracturaban como galletas porque el saqueo llegó hasta a empobrecer las mezclas (mucho más de arena y piedra chancada y muchísimo menos de cemento). Y mientras la Mutual se derrumbaba (como las casas de Ventanilla) saqueada por sus gerentes y erosionada por la hiperinflación, en forma diagonalmente simétrica aumentaba el enriquecimiento del Gerente Mainza, quien (ni tanto que fuera)no invirtió lo «bien ganado» en el Perú sino en los Estados Unidos, sobre todo en bienes raices (tiene casas en Key Biscayne, Doral y Miami, en Florida, y en Cicero, Buffalo Grove, Skokie y Chicago, en Illinois, a su nombre, o a nombre de sus hijos, José Mainza y Ana María Mainza, o de su cónyuge, Anna María Mainza. Tiene estaciones de servicios en Houston, Texas, que se las administra la Exxon. Y, por supuesto, tiene en la tierra del Tio Sam -que hoy, con Obama, parece haberse vuelto también la del Tío Tom- un admirable prestigio financiero, debido a sus cuentas bancarias en el Key Biscayne Bank, de Key Biscayne, a los valores de sus propiedades inmuebles y a las inversiones que le producen rentas. Y, seguramente, debe ser en los Estados Unidos un buen contribuyente. Pero anda tú a mirar, César, los bienes de Mainza en el Perú. El «pobre» no tiene ningún predio inscrito en los Registros Públicos, pero sí aparecen (¡cosa extraña!) él y su cónyuge como contribuyentes del Impuesto Predial en el padrón de la Municipalidad de La Molina. El «pobre» no tiene registrado en el Registro Vehicular ni siquiera un tico (con minúscula), pero siempre anda en Mercedes Benz o en camioneta 4×4. El «pobre» no tiene ingresos profesionales ni significativas rentas, pero es socio de varios selectos clubes de Lima, la horrible. Hace algunos negocios y negociados con una empresa que ha registrado marcas vinculadas al Club Universitario de Deportes, y anda en trajines de venderle a precio de oro, al Casino de Policía, un arenal por el kilómetro 31.5 de la Panamericana Sur, cerca a la Playa Arica, para un club de playa. Los sobornos en ese negociado deben andar a la orden del día, pues habrán generales que querrán asegurarse un jugoso y placentero retiro de la Benemérita, lo que no te garantiza la pensión de cesantía. Como este personaje cree que sus corruptelas han sido bien enterrada, como lo hacen los aseadísimos gatos, se presenta ahora como un dechado de honradez y de virtud. ¡Y se ha autosugestionado en ésto de tal forma que realmente se cree honrado, y habla de los demás como extorsionadores, chantajistas o ladrones!. Si hay alguien que puede escribir sobre Mainza un libro que enviadiaría Mario Puzzo, ese soy yo. Y lo escribiré si el desmoriado me obliga a refrescarle la memoria.

    Deberás suponer que mis palabras me han identificado ante el propio Mainza, ya que eso no he tratado de evitarlo, y, además, ello me tiene completamente sin cuidado. Si, llegado el caso, resulte necesario que tenga yo que identificarme a raiz de este comentario, que parece más bien un aprovechamiento de ti blog para escribir un artículo de mi propia factura y cosecha, lo haré sin inconveniente. En el palenque al que me cite Mainza, allí estaré pintando de cuerpo entero su retrato, y en la arena a donde no me cite, también allí estaré.

    Si no has leído, César, el célebre poema «Epístola Satírica y Censoria» que, jugándose el pellejo, Francisco Quevedo le dedicó al valido del rey español Felipe IV, el todopoderoso Conde Duque de Olivares, te transcribo sus dos primeros tercetos, porque también pudieron haber sido escritos por tí.

    No he de callar por más que con el dedo,
    ya tocando la boca, ya la frente,
    silencio avises o amaneces miedo.

    ¿No ha de haber un espíritu valiente,
    siempre se ha de sentir lo que se dice,
    nunca se ha de decir lo que se siente?

    EL GATOPARDO

    Comentarios por EL GATOPARDO — abril 16, 2009 @ 4:36 am | Responder

  3. Qué buen retrato de Pepe Mainza, aunque de pocas pinceladas, ha hecho El Gatopardo, quien parece saber mucho pero que no sabe todo sobre este personaje cuya riqueza es inexplicable e inalcanzable por caminos honrados y decentes. Lo que El Gatopardo nos ha mostrado es a qué lejanos lugares como Illinois y Florida han ido a dar los ahorros esfumados de los mutualistas de la Mutual Perú. Carlos Manrique es niño de teta comparado con este estafador y ladrón de siete suelas. ¿Pero en qué país estamos que no se le hace a este delincuente y corrupto un buen ajuste de cuentas?. Porque moralmente los latrocinios, las receptaciones de coimas y los sobornos de Mainza no han prescrito y se le debe poner a este corrupto personaje ante el tribunal de la vindicta pública. ¿Nadie le investiga a este corrupto su enorme desbalance patrimonial? Qué ineficiente SUNAT. Porque, sin tener un patrimonio heredado o adquirido con su trabajo y con sus méritos que explique el origen de su actual fortuna, Mainza vive con millonarios bienes y con millonarias rentas sin trabajar y sin realizar negocios lícitos que expliquen sus ganancias, que, por supuesto, no declara al Fisco. Y, al parecer, hasta sigue gozando de confianza del gobierno aprista porque, según lo que se dice el otro blog, es el negociador con los chinos, oficioso u oficial, en los asuntos de la mina Toro Mocho. Siga usted, Gatopardo, investigando y denunciando a Mainza. El país se lo agradecerá.

    Comentarios por EL GATOPARDO — agosto 1, 2009 @ 8:30 pm | Responder


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